“Todavía estoy cayendo” — Jeffrey Goldstein sobre Vivian Maier
Entrevista por Eliana Vagalau
traducción de Nancy Gregof
La vida de Jeffrey Goldstein tomó un giro dramático cuando entró en posesión de una gran parte de la herencia artística de Vivian Maier. Ahora Director de Vivian Maier Prints Inc., Jeffrey es un artista establecido en Chicago, carpintero y coleccionista que ha dedicado los últimos años a promover las fotografías de Vivian Maier alrededor del mundo. También ha sido capaz de usar el proyecto como un trampolín para vibrantes discusiones sobre arte y nuevas colaboraciones.
*
Eliana Vagalau: Vos mismo como artista, así como coleccionista, sos, hoy, el nombre detrás de Vivian Maier Prints. Inc., un proyecto que manejás apasionadamente y del que te serviste como punto de inicio. Decinos brevemente cómo fue el primer contacto con la obra de Vivian.
Jeffrey Goldstein: Estoy coleccionando desde la universidad. Como artista, pienso que es importante coleccionar el trabajo de otra gente como influencia, pero también como chequeo de sensibilidades y límites. Siempre es bueno encontrar trabajos que refuercen lo que estás haciendo, pienso que es por eso que muchas colecciones de artistas se ven como lo hacen. También soy asiduo al mercado de pulgas y comprador de antigüedades, y, espontáneamente, asiduo a las ventas de garaje – soy curioso, por lo que siempre estoy buscando cosas, y hay muchas cosas maravillosas allá afuera.
En resumidas cuentas, conocí a algunas personas del mercado de pulgas a donde voy que estaban en la subasta original de donde provino el material de Vivian Maier -no había Vivian Maier en ese momento, ella ni siquiera existía. Uno de los compradores originales me debía una sustancial suma de dinero, y entonces lo que hicieron fue compensarme con fotos vintage originales de Vivian Maier, que en ese momento estaban empezando a tener cierto valor. Ahora que lo pienso, no creo que hubieran vendido ni una foto todavía. Entonces establecimos el valor original según el precio por el que un dueño de galería pensó que podrían venderlas en un show en NY. Y entonces ese fue tal vez el primer precio establecido de un trabajo vintage de Vivian Maier, que en ese momento era de 250 dólares por impresión. Entonces así es como empecé a transcurrir en esto, y pensé que eso sería prácticamente todo. Normalmente, diez de cada diez proyectos artísticos fallan, y este es simplemente diferente a cualquier otro, vastamente diferente.
EV: ¿Cuándo sentiste por primera vez que ese era el caso?
JG: Fui cauto los primeros dos años, aún después de haber tenido algunas muestras exitosas. La preocupación que tenía era que simplemente era la historia de interés humano que estaba propulsando todo para adelante y el trabajo en sí mismo iba a ser pasado por alto. Porque, básicamente, el arte tiene que sostenerse así mismo, sin la historia de fondo. Viste, cuando entrás a un museo, y la pieza está en la pared, no hay alguien parado al lado diciéndote la historia o la historia del artista. Siempre pensé que el trabajo tenía tremendas cualidades para eso. Tengo esta campana interior que se apaga cuando veo trabajos que me parecen obras maestras. Y estos tenían aquella calidad.
Un momento de definición fue cuando otra gente del medio empezó a mostrar interés en el trabajo, no solo fotógrafos, sino otros artistas -músicos, autores, productores de cine… De alguna manera, las sensibilidades en la fotografía traspasaron el mundo de la fotografía más lejos dentro del más grande mundo del arte, y usualmente esos diferentes campos de intereses artísticos no se mezclan: los pintores se quedan con los pintores, los fotógrafos con los fotógrafos.
EV: De hecho, sé que estuviste coleccionando por un largo tiempo, mucho antes de esto. ¿Coleccionabas fotografías específicamente?
JG: Esa es una buena pregunta, porque he ido a través de una increíble curva de crecimiento. Lo que yo había coleccionado en el pasado eran principalmente impresos, pero no fotografías, litografías y grabados, sabés, la idea de multiplicidades, entonces con esas sensibilidades yo podía continuar, en un sentido físico, más allá de las multiplicidades de la fotografía. Pero sí tuve que ir a través de esta curva -además del proyecto desplegado, leyendo sobre la historia de la fotografía, los fotógrafos, volviéndome más consciente de fotógrafos tal vez más oscuros y movimientos fotográficos. De algunas maneras, es un marco temporal mucho más condensado que, por ejemplo, para la pintura, que se remonta a tiempos prehistóricos, y a muchos más períodos y cambios, mientras que la fotografía tiene una fecha de inicio bien definida en 1830. Y en algunos casos, realmente cambia cuando comienza la era digital, así que ese período temporal es relativamente corto. Así que, aprendiendo sobre eso, aprendiendo sobre el proceso del cuarto oscuro, sobre las sensibilidades de los fotógrafos, que son diferentes a las de los pintores.
Tuve un negocio de carpintería y ebanistería que dirigí por 32 años previamente a esto, y trabajé para algunos de los más conocidos artistas de Chicago, quienes eran también amigos, y dueños de galerías, y coleccionistas, entonces ahí está esta tríada -e imagino que es una triada muy disfuncional, mucha desconfianza- y cada elemento de esta rueda de tres puntas necesita de la otra a fin de sobrevivir y avanzar. Por lo que he navegado entre esas tres entidades – tanto en arte como en la producción de ebanistería – y tengo una gran empatía por las tres, porque cada una tiene un lado bueno y un lado malo con el que tenés que lidiar. Y disfruto trabajar con los dueños de las galerías, porque constantemente escucho historias sobre lo duro que tienen que trabajar, sobre cómo muchas veces hacen cosas que no funcionan -la pérdida financiera, la pérdida de tiempo, la dificultad de lidiar con artistas extravagantes. Entonces, sabiendo todo esto, las cosas se me hacen más fáciles para navegar a través de esta gente.
EV: Y además, imagino, para navegar los diferentes roles que estás asumiendo ahora también…
JG: Sí, y son bastante extremos. Todo desde lo físico del embalaje y embarque, que disfruto, porque supongo que me recuerda el trabajo de ebanista. Una cosa con la que a veces estoy frustrado es que no hay un producto tangible al final de mi día, al final de mi semana, o al final del año, como sí lo hay con el trabajo de ebanistería o pintura. Hago todo desde cortar el material para embalar -tengo una máquina láser para hacer las estampillas que usamos para el embalaje- estableciendo los órdenes de los marcos, armando los marcos, y después enviando. Dos días atrás, tuvimos paquetes en FEDEX que iban a Minneapolis, Cleveland, Shangai, y Toronto, y hay todo tipo de papeleo que va con eso, diferentes sistemas de embalaje…Y tengo que hacer los contratos con los dueños de las galerías, a veces internacionales. Y después un viaje internacional, que me encanta hacer. Entonces mi guardarropa es muy interesante porque está formado desde la construcción, conforme pasa el tiempo, hacia trajes, y abrigos y pantalones. ¡Acabo de comprar un par de zapatos de vestir italianos! Tengo que tener buen aspecto, represento al proyecto.
No hay nadie en este proyecto que sea más o menos que otro, es realmente más un esfuerzo de grupo, por lo que en verdad el título de mis tarjetas está cambiando. Soy oficialmente el presidente, porque tengo que ser parte de una compañía, y siento que eso es realmente ostentoso y presuntuoso, y por eso lo estoy cambiando a director, porque no es un rol que suene tan abrumador, y me gusta mantener una buena cantidad de equidad entre la gente que es parte de todo esto. Aunque tenga zapatos italianos, ¡y ellos no!
EV: No obstante los zapatos italianos, una cosa de la que me di cuenta cuando tuve la oportunidad de pasar un poco de tiempo acá es que hacés un considerable esfuerzo para hacer de este proyecto un proyecto de la gente. Hacés un esfuerzo para impartir responsabilidad, delegar, y, en un sentido, usarlo como una rampa. ¿De dónde viene este impulso?
JG: Casi quiero decir que de no aceptar total responsabilidad, en cierto sentido… Pero pienso que en este tipo de proyecto, estás mucho más fortalecido como equipo y, dada su expansión, conozco mis limitaciones, y la idea es traer profesionales. Este es un proyecto multifacético, y traes a gente que ha estado trabajando con cierta faceta durante un tiempo de su vida. Y soy realmente feliz en decir esto, y aprecio la pregunta, porque soy una persona muy colaborativa por naturaleza, y no siento que nadie sea el propietario de una pieza de arte, o posea una colección. Sos un cuidador, el proveedor de esto, de la idea que cada generación asume. Esto es como arqueología, un trabajo de preservación, y, si está bien hecho, permite al próximo propietario, o generación, recoger nueva información. La idea es la de un colectivo en formación. La nueva persona que viene está en sus veintes, Anne está en sus treintas, yo estoy en mis cincuentas, Sandy, una de las impresoras, está en sus cincuentas, Ron está en sus setentas, tenemos algunos aquí en sus sesentas, la única edad que nos falta son los cuarentas. Pienso que esto es importante porque los tiempos están cambiando tan rápidamente que cada uno de estos diez años es casi una generación. Y dicen que Vivian Maier es la fotógrafa de la gente, en general, y pienso que tener gente de diferentes edades contribuye a asistir eso decisivamente.
EV: Y probablemente también en la comprensión de diferentes etapas de su trabajo…
JG: Seguramente, hay diferentes percepciones. Cuando leés una fotografía, estás diciendo algo sobre tu experiencia personal, estás proyectando, y entonces ciertas fotografías tal vez sean más atractivas para ciertos grupos etáreos.
EV: Es interesante escucharte hablar sobre la idea de propiedad, o, mejor, no-propiedad de una pieza artística. Y me estoy preguntando si eso tiene algo que ver con el hecho de que a Vivian Maier realmente no asumió la propiedad de su trabajo, nunca planeó exponer o mostrar su trabajo. ¿Eso tuvo influencia en la forma en la que estás presentando este proyecto?
JG: No, hay un cierto sentido de no-posesividad que ella tiene, y tal vez ahí hay solamente un paralelo. He atravesado este proyecto antes, cuando mi cercano amigo Ed Pashke, un famoso pintor, murió, y tuve que desenmantelar su estudio. Y es como desmantelar a un amigo, una persona, y archivar su trabajo, lo cual es, en un sentido, también un proceso de desenmantelamiento, así que esa experiencia me ha realmente ayudado con esto. Moralmente, la pregunta que ha sido hecha es si es lo correcto o no, si ella lo hubiera querido. Y pienso que a esta altura es totalmente irrelevante. Un artista tiene la opinión, y debe ejercitar la opción, de editar durante toda su vida. El conjunto de trabajo de ella está totalmente inédito. Ellos también necesitan hacer arreglos al hacia el final de sus vidas, o en cualquier punto de su vida. Si muriera la próxima semana, ¿qué le pasa a mi trabajo? Y si es importante para ellos, necesitan hacer arreglos. La mayoría de los artistas no lo hace, y terminan tirándoselo a sus hijos. Simplemente no hay una forma apropiada de manejarlo. Ella no hizo ningún arreglo; fue obviamente muy importante para ella porque lo mantuvo durante toda su vida. Si ella tuvo deseos finales o no, no lo sé, pero era muy importante para ella. Entonces mi trabajo es mantener el nivel de importancia.
EV: Habiendo sido el trabajo de Vivian Maier excavado tan recientemente, ¿qué, desde tu perspectiva, ha hecho de él un fenómeno tan explosivo?
JG: Pienso que ahí hay un puñado de razones. Parte de esto es que ella era una tan milagrosamente buena fotógrafa. Tenía la capacidad de ver una imagen momentos antes de que pasara. Ahí hay un elemento de cronometraje. Una y otra vez, ella captura el pináculo o el epítome de lo que podría ser un pequeño drama en la calle, pero ella lo captura exactamente en el momento justo, lo cual significa que ella tendría que clickear el disparador un nanosegundo antes de que eso pase, lo cual significa que ella tenía la capacidad de ver eso dos nanosegundos antes. Ella tenía esa misteriosa habilidad para componer, y fotografiar, y dar en el punto con un disparo. Ella raramente, de hecho, nunca usaba horquillado (o bracketing), era una toma y luego a otra cosa. Entonces en parte es la calidad de su trabajo, pero también el cambio en la tecnología. La fotografía es tan explosiva en sí misma ahora; cualquiera puede tomar cientos de fotografías y deshacerse de noventa y nueve de ellas sin costo alguno. Entonces pienso que esto es también el reconocimiento de cómo es increíblemente único y extraño para alguien ir a través del proceso del rollo, y el cuarto oscuro, y ser capaz de capturar tomas de esa calidad. Y las imágenes son muy irresistibles, y muy informativas. Ella se mete, en cierto sentido, en el mundo de la moda, de la fotografía arquitectónica, la gama de lo que ella toma -gente, animales, jardines, flores. Ella fotografió cosas que todos nosotros hemos visto, día a día, pero nunca consideramos fotografiar, y muchos de nosotros no podría fotografiar esas cosas tan hermosamente como ella lo hizo. Un par de ejemplos son los tomates sobre el alfeizar de una ventana, o un par de guantes para lavar apoyados en una pileta. Y para hacer de eso una metáfora… Por último, pero no menos importante, Vivian Maier nos da a muchos de “nosotros” un sentimiento de esperanza. Un sentido de esperanza en el que si no logramos cierto grado de reconocimiento en el curso de la vida que tal vez, algún día, de alguna forma, alguien va a reconocer a través de lo que hemos hecho y dejado atrás las indicaciones de que una noble y productiva vida fue vivida.
EV: Recuerdo haber mirado una de las fotografías con vos que representa una mano apretando un billete de un dólar detrás de la espalda de una persona, y vos diciendo que eso sería más atractivo para una audiencia americana. Y sin embargo has tenido tantos viajes internacionales, recientemente -Shangai, Polonia. ¿Notaste mucha diferencia cultural en términos de recepción del trabajo, o has desarrollado un ojo para eso?
JG: Pienso que el trabajo tiene una calidad clásica y universal que es atarctiva, estés en Shangai o en Paris. Lo más difícil para mí con todo este proyecto, y han existido un número de dificultades, desde lo financiero, a privación de sueño, a llevar las cosas a lugares a tiempo, fue hablar en público. Es el miedo más común, y yo lo tuve. Pero una de las cosas más importantes que he aprendido en las artes, de Ed Pashke, fue que si querés algo, tenés que saltar del acantilado. Así que la adquisición de esto fue totalmente como saltar del acantilado; el hablar en público, completamente saltar del acantilado. Y, en muchas formas, todavía sigo cayendo, sin saber hacia dónde voy, pero no puedo pensar en otro lugar en donde preferiría estar. Y, sobre hablar en público específicamente, la respuesta de la audiencia es muy invitadora, porque ha sido buena constantemente. No pienso que hayamos tenido que defender puntos, pero la gente hace preguntas genuinas, entontes es una oportunidad para describir lo que estamos haciendo, y una vez que lo hacemos, creo que la gente tiene una mayor apreciación de lo que está teniendo lugar. Siempre estamos nerviosos antes de las charlas, pero nos damos cuenta de que esos son seres humanos compañeros que tienen amor al arte y que son curiosos, igual que nosotros.
EV: Como estás viajando y dando todas estas charlas sobre arte, fotografía, arte callejero, y aparentemente usando este proyecto como palanca para otros, ¿a dónde ves que va todo? En otras palabras, ¿hay un plan secreto, y estás tratando de conquistar el mundo?
JG: Si te lo dijera, ¿sería secreto? Es realmente una gran pregunta, y no estoy capacitado todavía para verbalizar una respuesta. De alguna manera este proyecto resuena en lo que se supone que es profundo en el arte. Es un nivel de comunicación e interconectividad. Un nivel de comunicación no verbal que tiene lugar en el mundo del arte que crea fraternidad, esta hermandad, más allá del género, raza, creencia, religión. Hay un sentimiento divino en esto -y no soy una persona religiosa- de una interconexión de cuán cerca estamos todos en realidad. Por lo que una cosa que tal vez esté haciendo bien con esto es liberándolo, y darle vida propia. La gente se está conectando con esto de diferentes maneras, es como una bola de nieve bajando por una ladera. La gente se está subiendo a la bola de nieve, sumando algo a ella, se está volviendo más grande, incorporando diferentes medios, y luego de alguna manera estamos todos interconectados, en este caso a través de la obra de Vivian Maier. Pienso que es un rol profundo que el arte cumple, sumando orden y belleza a nuestras vidas en muchos niveles, y eso es tal vez fácil de no ver en la era digital de hoy en día. Pero otra vez, no he encontrado todavía las palabras apropiadas para esto -profundo o cósmico- suenan un poco demasiado elevadas, pero hay algo universal sobre esto que resuena en lo humano. Nunca vi tanta gente tan interconectada alrededor de algo, es magnético.
EV: Me impresionó mucho algo en tu biografía, que mencionaba que ves al coleccionismo como una extensión de tu práctica artística. Viendo tu experiencia en este proyecto, ¿hay realmente una frontera entre las dos?
JG: No para mí. Ya no. Este proyecto me ha impactado tan grandemente, que ya no tengo una idea de dónde las cosas comienzan y terminan. Mi vida privada y mi vida laboral, como artista o coleccionista…honestamente, ni siquiera sé cuál es mi rol. No sé qué es lo que hago, y no sé qué título darme. Es como que la marea ha llegado a mí.
EV: ¿Entonces tal vez te gustaría terminar con un intento de describirnos quién eres?
JG: Sí, puedo decirte quién soy. Soy la persona más afortunada que conozco, y me sentí de esa manera por años y años, mucho antes del proyecto de Vivian Maier. Tal vez porque tuve un inusual estilo de vida y por los inusuales hechos que me pasaron. Nací en Florida, me mudé a Las Vegas en los 60s, mi madre murió cuando era joven, nos mudamos aquí, a Chicago, dos días después de la peor tormenta de nieve en la historia de Chicago… Me volví amigo de mis héroes, quienes eran artistas y a quienes había estudiado en la universidad, que es por lo que había venido a Chicago. Me había mudado aquí por los artistas, y me volví amigo de ellos. Y tenía algo para ofrecer por el lado del mobiliario que era diferente a lo que ellos estaban ofreciendo. He trabajado en plantas de acero, he trabajado para vivir. He trabajado con mis manos, he viajado mucho, entonces tengo algo diferente que aportar a este mundo artístico que era de alguna forma insular. Soy la cuarta generación de carpinteros, y el primero que tuvo el lujo de poder ir a la universidad, para estudiar arte, que es lo que más me apasiona, para ser capaz de ganarme la vida, de coleccionar arte. ¿Qué más puede pedir una persona? Y luego este proyecto llega y ordena todo, y también hay algo completamente nuevo que viene de eso. Si me golpeara un rayo ahora mismo, no me importaría.
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Imágenes de Vivian Maier cortesía de la colección de Jeffrey Goldstein.
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