Colaboraciones de JP Cuenca
J.P. Cuenca Nació en Río de Janeiro en 1978. Participó de diversas antologías en Brasil y es autor de las novelas "Corpo Presente"(Planeta, 2003), "O dia Mastroianni"(Agir, 2007), “O único final feliz para uma historia de amor é um accidente” (Companhia das Letras, 2010), publicado también en Portugal, España, Alemania, Estados Unidos, Finlandia y Francia. Es autor de una antología de crónicas llamada "A última madrugada" (Agir, 2012), que recoge sus textos publicados en Jornal do Brasil y O Globo. También ha colaborado para publicaciones como Babelia (El País), Playboy, Vogue y Time Out. En 2007 fue seleccionado por el Festival Hay como uno de los 39 jóvenes autores más destacados de América Latina y el año pasado fue elegido por la revista Granta como uno de los 20 mejores escritores brasileros menores de cuarenta años.O único final feliz para uma história de amor é um acidente
Não posso vê‐la esta noite
Tenho que desistir
Então vou comer fugu
Yosa Buson (1716‐83)
1.
Antes do sr. Atsuo Okuda abrir a caixa, tudo estava escuro.
Mais que isso: não havia nada para ser iluminado antes do sr. Okuda abrir a caixa. Se o sr. Okuda nunca houvesse aberto a caixa, nada existiria. O mundo só começou a partir do momento em que o sr. Okuda abriu a caixa e disse a palavra. Ele disse: Yoshiko.
E Yoshiko ficou sendo o meu nome.
Depois que o sr. Okuda disse Yoshiko, eu ganhei, além de um nome, muitos começos e um fim. Eu começo na ponta dos meus dedos, nos fios dos meus cabelos, na planta dos meus pés, nos bicos dos meus peitos, na pele que cobre o vazio que há no meu corpo e em toda a … Leer más »
El único final feliz para una historia de amor es un accidente (fragmento)
J.P. Cuenca
Intro y traducción por Martín Caamaño
“A través de los idiomas vamos aprendiendo algo de nosotros mismos, de nuestra ansiedad gratuita, melancólica y vana”, escribió el cronista brasileño Rubem Braga. Aprendí portugués de oídas. En la casa de mi padre, que se fue a vivir a Río de Janeiro en el 87. Ahí me embebí del idioma de los locales –su mujer, sus amigos, la empleada doméstica- pero sobre todo de su portugués parco. Un portugués exento de esa musicalidad tan característica; sin teatralidad, sin dulzura. Un portugués sin sotaque. Es sabido que cuando habitamos de verdad una lengua no necesitamos andar traduciéndola mentalmente sino más bien todo lo contrario: la asimilamos con naturalidad e inconsciencia, sin estar obligados a contrastarla todo el tiempo con la lengua natal. Al leer El único final feliz para una historia de … Leer más »